Qué pasó con El Chavo del 8?

En unas fechas ya olvidadas (es que no me acuerdo, en serio), se retransmitió en España una serie en La 2… o era en Canal Sur?.... o era en ambas?... Bueno, no importa, el caso es que después de comer todos los niños nos tirábamos al suelo a ver esa gran serie en la tele (yo tenía más suerte, porque mis padres me decían que no me merecía comer porque Dios no me quería, así que podía estar una hora antes que el resto delante de la tele… con sangre en la nariz, moratones en los brazos y marcas de cinturón en la espalda… qué tiempos aquellos). Cuando estábamos ya tan desesperados porque empezara el programa que llegábamos al límite de la psicosis, al punto de asesinar a nuestras familias –yo maté a mi gato-, en ese preciso momento empezaba esa sintonía, que es una versión de una canción de Beethoven (…si levantara la cabeza…), y escuchábamos esa voz que decía “el chavo del ocho; interpretado por el súper-comediante Chespirito” y todos nos calmábamos y soltábamos la cabeza de nuestros hermanos y el cuchillo. También habría que preguntarse qué es eso de súper-comediante… tenía una doble vida Roberto Gómez Bolaños, alias Chespirito? Iba por ahí salvando a la gente cuando se quitaba su ropa de niño pobre? Estaba el personaje de El Chapulín Colorado basado en alguna historia real?

El Chavo del 8 apareció en 1970 dentro de un programa de “humor” llamado Chespirito (este hombre tenía un ego insaciable), dándole un año más tarde a El Chavo y su vecindad una serie propia, que duró 9 años, aunque siguió dentro del programa en el que nació 12 años más… Qué tenía este programa para que durara tanto? En el mundo de la televisión hay una ley suprema que lo explica todo: nadie sabe por qué gusta o no un actor, serie, formato, episodio, etc. Era una serie tan penosa que conocí a una persona cuyo padre le prohibía ver la serie porque decía que era estúpida... la serie, no esa persona..... bueno, él también....... pero su padre no se lo decía........ porque no lo pensaba, no porque le diera cosa decírselo....... aunque quizás también lo pensaba....... y quizás se lo susurraba por la noche mientras dormía........ "eres gilipollas....", "Papá? Eres tú? Qué estás haciendo?", "nada, hijo.... te estaba tapando"… y lo cierto es que El Chavo del 8 nos volvió gilipollas a la mitad del país… la otra mitad ya era bastante gilipollas de todas formas. Pero, qué tiene esa serie? Qué tiene?!!! Cuéntanos qué tiene!!! Uy… vale, voy.

La serie va de un chaval muy pobre que vivía dentro de un barril que no tenía dinero ni para comer y ni aún así se moría, cosa que no me sorprende dado que jamás tuvo un problema de espalda aún durmiendo toda su vida en cuclillas. Por otra parte sí que era capaz de llevar libros y libretas a su colegio, así que quizás el tal Chavo del 8 no era lo que aparentaba… quizás tenía suficiente dinero como para comer todo lo que quisiera y dormir en una gran cama de agua… yo siempre sospeché que ese niño no podía tener 8 años, y si era su edad real padecía un problema serio de hormonas… Siguiendo con la intrincada trama de la serie, este chaval tenía una amiguita llamada La Chilindrina que era una guarra de cuidado y un bicho feo, aunque tenía buenas piernas (ejem). El padre de la puerca esta era Don Ramón, un tipo con pinta de vender heroína en las puertas de las guarderías que debía 14 meses de alquiler y estaba en paro constante, aunque no parecía preocuparse por ello. Este vecino recibía hostias día sí y día también de manos de Doña Florinda, siempre a causa de desafortunados malentendidos. Esta mujer que siempre llevaba unos rulos puestos -aún no he descubierto el porqué- tenía un hijo de mofletes inflados llamado Quico, amigo de El Chavo y La Chilindrina, que solía presumir de los fantásticos juguetes comprado quién sabe con qué dinero, porque en esta vecindad no trabajaba nadie. El que sí que tenía un empleo era el maestro de ese trío de pequeñazos hiper-hormonados, el profesor Jirafales, que estaba eternamente enamorado de Doña Florinda por lo que siempre que se encontraban se producía la misma conversación (a día de hoy es el único gag que me sigue haciendo gracia):

–¡Profesor Jirafales...!
–Doña Florinda.
–Que milagro que viene por acá...
–Vine a traerle este humilde obsequio (flores).
–¡Ay gracias! Pero, ¿no gusta pasar a tomar una tacita de café?
–¿No será mucha molestia?
–¡Ay no!, pase usted.
–Después de usted.

Como este, hay una decena de diálogos que se repetían una y otra vez en todos los capítulos, porque si algo hace gracia, para qué cambiarlo? Por supuesto, no voy a hablar de todos eso gags tan originales y rompe-moldes, ni de los otros personajes que poblaron la serie, porque mejor vamos a lo que vamos… vamos al morbo… vamos a los asuntos de drogas y detenciones… a la corrupción de la fama…

Bueno, pues la serie iba como que bien, estaban ganando pasta y los actores eran adorados en Sudamérica y España (y he leído por ahí Portugal y África entre otros)… pero las rencillas interiores se hacían insostenibles. De este modo, el que interpretaba a Quico, Carlos Villagrán –que ahora parece un narcotraficante colombiano con clase-, se iba haciendo más y más popular, y se acabó hartando de Chespirito, así que se largó a hacer programas con su personaje, y como por problemas legales no podía raptarlo así como así y usar su nombre sin más, se largó a otro país, donde no llegara el brazo de Chespirito y el Copyright (e incluso cambió el nombre de Quico por Kiko, y así no tener que ir a juicio... qué fácil son las cosas), y realizó varios formatos con el personaje de Quico (parece que lo hiciera sólo por joder) e incluso un circo con ese nombre, como haría después María Antonieta de las Nieves con su personaje (La Chilindrina), que también tuvo sus más y sus menos con Roberto por usar el nombre de su personaje (o esto me lo estoy inventando yo?). Estos actores parece que no tenían nada de imaginación y sólo se nutrían del mismo personaje, y de igual forma, la propia serie se extendió hasta la saciedad, hasta el punto de que Chespirito, con 60 y pico años dijo que no podía seguir haciendo de niño pobre de 8 años, que era muy mayor ya como para andar haciendo el gilipollas (debió haberlo decidido mucho antes). El resto de actores sigue por ahí viviendo su mediocridad aferrándose a El Chavo del 8, llevándose su tajada del pastel sea como sea y… ah, no, que Ramón Valdés (Valdés? Valdez?) se murió lenta y dolorosamente de un cáncer de pulmón en 1988 (por cierto, que en Wikipedia dicen que este tío hizo más de cien películas… que cosas), y junto al ataúd de este se quedó toda la noche Angelines Fernández (“la bruja del 71”), otra que murió por culpa del tabaco en 1994, diciendo sólo “mi rorro… mi rorro…”. Vamos, como una puta cabra. Por su parte Chespirito vive de los derechos de sus libros, de sus canciones, de sus guiones y de sus personajes (y más dinero de la nueva serie de dibujos animados), junto a Florinda Meza (Doña Florinda), con quien lleva casado 3 años… y esta mujer… esta mujer… he visto fotos de ella y realmente parece más joven que cuando actuaba en la serie, lo cual es normal si has vendido tu alma al diablo…

La moraleja es que es fácil forrarse de por vida si haces series cuyos personajes y bromas son idénticos y repetitivos hasta que se te pasa por la cabeza el suicidio, mientras envejeces viviendo de la monotonía, a la vez que los actores (con menos imaginación que tú, que ya es decir mucho) sobre los que habrías puesto tu mano en el fuego te pisotean y te roban los personajes, y tu mujer te consume el alma y el dinero… pero aún así yo también veía El Chavo del 8 y me lo pasaba pipa.

Y a quién le interesa este tema? Yo es que he escuchado a unas viejas comentarlo en la pescadería y tenía la antena puesta y...