Cuando era pequeño solía ver los documentales de “La 2” de después de comer –todo con tal de no estudiar-, y los que más me gustaban eran siempre los del Serengueti. Los episodios eran siempre iguales: los leones bostezando, las cebras bebiendo agua, los monos riéndose sobre los árboles, los cocodrilos haciendo como que son troncos… Pero si había un animal que me fascinaba era el ñu.
Los ñus deben ser como los animales más estúpidos de África, pero lo bueno que tienen es que son conscientes de su propia idiotez. Todos los años deciden embarcarse en un viaje de 3000 Km., porque el cambio de clima hace que necesiten buscar agua en otro lugar. La gracia es que cada año hacen la misma ruta, con los mismos peligros, pero aún así hacen el viaje.
Así que ahí están, toda una gigantesca manada de cientos de ñus, mirando a la nada (tienen demasiado tiempo libre), cuando de repente a uno de ellos le da por echarse a andar a buscar las lluvias, y el resto pues le sigue, así sin más. Si es que estos animales no tienen decisión propia, es ver a uno y culo veo culo quiero. Pero en cuanto se ponen en camino, los buitres, los leones y las hienas les siguen para ver si alguno se desvía un poco, se para a atarse los cordones o escucha derecha y –fruto de no haber visto toda la filmografía de la rana Gustavo- tira pa’ la izquierda y ya la hemos liado.
Una de las cosas que me hacía gracia de los ñus era la incapacidad de reconocer a sus crías. Resulta que nacía una, se caía en el barro y ya está, ya no hay quien lo reconozca. A veces pensaba que, con tantos animales, quizás la madre lo que quería era deshacerse de su hijo, y con la excusa de “no, si fueras mi hijo lo sabría”, pues lo dejan ahí tirados y, no es por ser sádico, pero la verdad es que estallaba en carcajadas cuando veía a las crías solas, tiradas en el suelo por el calor, apartadas de la manada y teniendo convulsiones cuando los insectos le entraban por el oído rumbo al cerebro, justo antes de ser devorados por las hienas –esos animales tan cachondos.
Y entonces llegan a los ríos y las charcas. En estas últimas se paran a beber, mientras que los cocodrilos les acechan. Algunos son avispados, y cuando ven el más mínimo movimiento se van al kiosco a comprarse un aquarius, que ya sabemos que el viaje es largo y hay que ahorrar, pero por 1,20€ tampoco pasa nada. Luego hay otros que es ver el agua –llena de barro y heces de animales, todo hay que decirlo- y ya se ciegan y hasta se olvidan que día es, y (spoilers) se le tira un cocodrilo, venga a morder, venga a morder, lo mete en la charca y ya se lo meriendan entre 3 ó 4. El resto de los ñus se descojonan mientras tanto (“míralo el tonto, que no sabe distinguir entre un tronco y un cocodrilo”), a la vez que cotorrean las marujas (“si es que el hijo de la Paqui nunca ha sido mu’ listo, que ya me dijeron que su padre le daba al agua de charco contaminado y a veces volvía a la manada y le metía una a su hijo que pa’ qué”).
Y en ese momento, cuando llegan a los ríos, los ñus –demostrando una inteligencia fuera de lo normal- frenan y se quedan allí mirando con cara de idiotas sin hacer nada. Tienen como un pacto de silencio al estilo “vamos todos juntos, así o morimos todos o no muere nadie”, pero ya sabemos como son esas promesas de boquilla, así que no es de extrañar que siempre haya un judas que se eche a correr como alma que lleva el diablo, y los demás, cuando se percatan de la traición deciden que eso del pacto era una chorrada, que nunca firmaron nada y que el honor y la moral es para los seres humanos, no para ellos, y hala, todos a correr antes de que los maten en el río –tranquilos, mataran a docenas de ellos, no lloréis.
Mira que si me encontrara un ñu en el salón me daría miedo, pero ellos no hacen nada, sólo saben correr y gritar como buena población histérica. Es más, un ñu puede ponerse a parir y si aparece un león relamiéndose interrumpen el parto, se van corriendo a otro sitio y siguen pariendo como si nada. Algunas mujeres deberían aprender de esa gran habilidad e interrumpir sus partos durante años y años.
Por fin llegan a su destino y deshacen las maletas, pero no por mucho tiempo, porque volverán a tirar a otro lugar en cuanto cambien las lluvias. Estos ñus son como la gente de pueblo, que se les mete una tradición en la cabeza y ya no hay quien los saque de allí…….. que no habrá sitios en el mundo para vivir, que ellos deciden desplazarse miles de kilómetros arriesgándose a morir sólo porque es algo que siempre hacen y ya están acostumbrados… Están locos estos romanos, digo… ñus.
Los ñus deben ser como los animales más estúpidos de África, pero lo bueno que tienen es que son conscientes de su propia idiotez. Todos los años deciden embarcarse en un viaje de 3000 Km., porque el cambio de clima hace que necesiten buscar agua en otro lugar. La gracia es que cada año hacen la misma ruta, con los mismos peligros, pero aún así hacen el viaje.
- Oye papá, que este año no me voy de viaje con vosotros.
- De eso nada, tú te vienes, es algo que hacemos siempre, es una tradición importante.
- Pero es que el año pasado ya se comieron a 3 de mis hermanos y a mamá.
- Que te vienes y punto, los jóvenes no respetáis nada, sólo queréis estar todo el día tumbados en la tierra seca, entre matorrales. Si es que no apreciáis nada.
Así que ahí están, toda una gigantesca manada de cientos de ñus, mirando a la nada (tienen demasiado tiempo libre), cuando de repente a uno de ellos le da por echarse a andar a buscar las lluvias, y el resto pues le sigue, así sin más. Si es que estos animales no tienen decisión propia, es ver a uno y culo veo culo quiero. Pero en cuanto se ponen en camino, los buitres, los leones y las hienas les siguen para ver si alguno se desvía un poco, se para a atarse los cordones o escucha derecha y –fruto de no haber visto toda la filmografía de la rana Gustavo- tira pa’ la izquierda y ya la hemos liado.
Una de las cosas que me hacía gracia de los ñus era la incapacidad de reconocer a sus crías. Resulta que nacía una, se caía en el barro y ya está, ya no hay quien lo reconozca. A veces pensaba que, con tantos animales, quizás la madre lo que quería era deshacerse de su hijo, y con la excusa de “no, si fueras mi hijo lo sabría”, pues lo dejan ahí tirados y, no es por ser sádico, pero la verdad es que estallaba en carcajadas cuando veía a las crías solas, tiradas en el suelo por el calor, apartadas de la manada y teniendo convulsiones cuando los insectos le entraban por el oído rumbo al cerebro, justo antes de ser devorados por las hienas –esos animales tan cachondos.
- Mamá, oye, que si tienes una toalla para que me limpie, que me he caído en ese charco y…
- Quita quita, tú quién eres? Largo de aquí, que no te voy a soltar ni un euro, vete a buscar dinero para droga a otro lado.
- No, que soy yo, tu hijo Francisco.
- Que no que no que no, que Francisco no era así, que no olía tanto a barro. Venga, tira pa’ otro lado antes de que llame a mi marido, que tiene un genio…
- Jo… no, si ya me avisaron mis amigos que no jugara con barro y no les hice caso…
Y entonces llegan a los ríos y las charcas. En estas últimas se paran a beber, mientras que los cocodrilos les acechan. Algunos son avispados, y cuando ven el más mínimo movimiento se van al kiosco a comprarse un aquarius, que ya sabemos que el viaje es largo y hay que ahorrar, pero por 1,20€ tampoco pasa nada. Luego hay otros que es ver el agua –llena de barro y heces de animales, todo hay que decirlo- y ya se ciegan y hasta se olvidan que día es, y (spoilers) se le tira un cocodrilo, venga a morder, venga a morder, lo mete en la charca y ya se lo meriendan entre 3 ó 4. El resto de los ñus se descojonan mientras tanto (“míralo el tonto, que no sabe distinguir entre un tronco y un cocodrilo”), a la vez que cotorrean las marujas (“si es que el hijo de la Paqui nunca ha sido mu’ listo, que ya me dijeron que su padre le daba al agua de charco contaminado y a veces volvía a la manada y le metía una a su hijo que pa’ qué”).
Y en ese momento, cuando llegan a los ríos, los ñus –demostrando una inteligencia fuera de lo normal- frenan y se quedan allí mirando con cara de idiotas sin hacer nada. Tienen como un pacto de silencio al estilo “vamos todos juntos, así o morimos todos o no muere nadie”, pero ya sabemos como son esas promesas de boquilla, así que no es de extrañar que siempre haya un judas que se eche a correr como alma que lleva el diablo, y los demás, cuando se percatan de la traición deciden que eso del pacto era una chorrada, que nunca firmaron nada y que el honor y la moral es para los seres humanos, no para ellos, y hala, todos a correr antes de que los maten en el río –tranquilos, mataran a docenas de ellos, no lloréis.
- No pasamos por este río ya el año pasado?
- Sí, y el anterior, por qué?
- No es aquí donde siempre nos matan a muchos de nosotros?
- Pues es verdad, no había caído que este trayecto a lo mejor no es el más adecuado…
- Hmm…. deberíamos parar a pensar qué vamos a hacer.
- Sí, estoy contigo.
- …
- …
- Oye, que José Antonio se ha echado a correr, que está atravesando el río!
- Anda la leche, que todos hacen lo mismo, será idiota? Pues no ve que nos van a matar?
- Pues mejor que nos demos prisa, corre.
- Todos los años la misma historia…
Mira que si me encontrara un ñu en el salón me daría miedo, pero ellos no hacen nada, sólo saben correr y gritar como buena población histérica. Es más, un ñu puede ponerse a parir y si aparece un león relamiéndose interrumpen el parto, se van corriendo a otro sitio y siguen pariendo como si nada. Algunas mujeres deberían aprender de esa gran habilidad e interrumpir sus partos durante años y años.
Por fin llegan a su destino y deshacen las maletas, pero no por mucho tiempo, porque volverán a tirar a otro lugar en cuanto cambien las lluvias. Estos ñus son como la gente de pueblo, que se les mete una tradición en la cabeza y ya no hay quien los saque de allí…….. que no habrá sitios en el mundo para vivir, que ellos deciden desplazarse miles de kilómetros arriesgándose a morir sólo porque es algo que siempre hacen y ya están acostumbrados… Están locos estos romanos, digo… ñus.
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